
Introducción
Cuando empezamos a jugar tenis, pádel o bádminton, nos obsesionamos con la raqueta, las pelotas o las zapatillas. Y es lógico, porque parece que son lo que marca la diferencia. Pero con el tiempo, todos descubrimos un detalle pequeño que cambia por completo la experiencia: en este caso, hablaremos de nuestro famoso accesorio, el cubre grip (u overgirp, como mas te guste llamarlo).
Esa cinta enrollada en el mango no es un simple accesorio de color, sino el punto de contacto directo entre tu mano y la raqueta. Si falla, lo sientes en cada golpe; si está bien colocado, es como si la raqueta fuera una extensión natural de tu brazo.
El problema es que el cubre grip no dura para siempre. Con el sudor, el roce y las horas de juego se gasta, se vuelve resbaladizo o pierde grosor. Y ahí llega la gran pregunta: ¿cómo cambiar un cubre grip de manera correcta para que quede firme, cómodo y sin arrugas?

La buena noticia es que no necesitas ser profesional ni llevar la raqueta a una tienda cada vez que quieras renovar el grip. Cambiarlo es un proceso sencillo, casi un ritual, que con un poco de práctica podrás hacer en menos de tres minutos. Y lo más importante: hacerlo bien puede ahorrarte lesiones, mejorar tu rendimiento y darte la sensación de que estrenas raqueta en cada partido.
En esta guía te voy a explicar paso a paso y con todo detalle cómo cambiar un overgrip, qué errores evitar y cuáles son los trucos que usan los jugadores experimentados para que siempre quede perfecto.
Por qué es tan importante cambiar el overgrip
Imagina un partido en pleno verano. Estás transpirando, tu mano empieza a sudar y, de repente, sientes que la raqueta se te resbala. Aprietas más fuerte para compensar, pero al final lo único que logras es cansarte antes y golpear con menos precisión. Esa situación es muy común, y casi siempre se debe a un cubre grip gastado.
El cubre grip cumple varias funciones a la vez:
- Mejora el agarre, evitando que la raqueta se deslice.
- Absorbe el sudor, manteniendo la empuñadura seca.
- Amortigua las vibraciones, protegiendo la muñeca y el codo.
- Ajusta el grosor del mango, adaptándolo al tamaño de tu mano.
Cuando está en buen estado, apenas lo notas. Pero cuando empieza a deteriorarse, cada golpe se convierte en un recordatorio de que necesitas cambiarlo.
Preparación: lo que necesitas antes de empezar
Cambiar un cubre grip no requiere herramientas sofisticadas, pero sí conviene tener a mano lo básico:
- Un overgrip nuevo (elige el modelo que prefieras: absorbente, perforado, liso, acolchado…).
- Tijeras pequeñas o cúter para cortar el sobrante.
- Cinta de remate (suele venir incluida en el paquete).
- (Opcional) un paño y un poco de alcohol isopropílico para limpiar el mango si el anterior dejó restos de adhesivo.
Tener todo preparado antes de empezar hará que el proceso sea rápido y sin interrupciones.
Paso 1: retirar el cubre grip antiguo
El primer paso es quitar el overgrip gastado. Parece obvio, pero mucha gente lo arranca con prisa y acaba dejando restos de adhesivo o trozos sueltos. Lo ideal es desenrollarlo desde arriba hacia abajo, con calma, hasta liberar toda la empuñadura.
Si notas que el mango quedó pegajoso, pasa un paño con alcohol isopropílico. Esto no solo lo deja limpio, sino que también ayuda a que el nuevo cubre grip se adhiera mejor y no se mueva.
Paso 2: identificar el extremo correcto del nuevo overgrip
Cuando abras un cubre grip nuevo verás que tiene dos extremos diferentes:
- Uno está cortado en diagonal (biselado).
- El otro es recto.
El extremo biselado es el que va abajo, en la base de la raqueta, justo donde empieza el mango. Ese corte en diagonal está diseñado para que la primera vuelta encaje perfectamente con el borde y no sobresalga.
Algunos modelos traen además una pequeña pestaña adhesiva en el inicio. Si la tiene, utilízala para fijar el comienzo y asegurarte de que no se mueva mientras enrollas.
Paso 3: comenzar desde la base del mango
Coloca el extremo biselado en el borde inferior del mango, en el tapón. Sujétalo bien con el pulgar (o con la pestaña adhesiva si la tiene).

Aquí hay un detalle importante:
- Si eres diestro, conviene enrollar en sentido horario.
- Si eres zurdo, en sentido antihorario.
¿Por qué? Porque así el borde del solape queda hacia afuera y no choca con el movimiento natural de tus dedos. Es un truco pequeño, pero marca la diferencia en la sensación final.
Paso 4: enrollar con tensión uniforme
Este es el corazón del proceso. Empieza a subir el cubre grip en espiral, cubriendo el mango poco a poco.
- Mantén un ángulo de 30–45° para que el grip suba de manera uniforme.
- Solapa cada vuelta unos 2 o 3 milímetros sobre la anterior. Esto evita que queden huecos y asegura un grosor constante.
- Lo más importante: aplica una tensión firme pero no excesiva. Si lo dejas flojo, se arrugará; si lo estiras demasiado, perderá grosor y se deformará.
Mientras avanzas, gira la raqueta con una mano y estira el grip con la otra. Es más cómodo que intentar girar la cinta.
Un consejo extra: cuando pases por las aristas del mango (muchas raquetas son octogonales), presiona con el pulgar libre para que el grip se asiente bien y no queden burbujas de aire.
Paso 5: rematar en la parte superior
Cuando llegues al final del mango, no cortes el grip de golpe. Primero mide hasta dónde quieres que llegue. Lo ideal es cubrir justo hasta el final del mango sin invadir el cuello de la raqueta.
Luego, corta el sobrante en diagonal, de manera que el último tramo encaje perfectamente y deje un acabado limpio.
Por último, coloca la cinta de remate alrededor de la parte superior. Asegúrate de que cubra tanto el final del cubre grip como un par de milímetros del mango. Esa cinta es la que garantiza que el grip no se suelte con el uso.

Si tu raqueta trae un anillo elástico de remate, colócalo encima de la cinta para darle un acabado más profesional.
Paso 6: comprobar el resultado
Antes de darlo por terminado, pasa la mano por toda la empuñadura. No deberías sentir arrugas, huecos ni saltos en el grosor. Si algo no quedó bien, mejor retroceder una o dos vueltas y corregirlo ahora que dejarlo así: durante el juego esas imperfecciones se notan muchísimo.
Haz tu empuñadura habitual y mueve la raqueta en el aire unas cuantas veces. La sensación tiene que ser de firmeza y comodidad, sin resbalones ni molestias.
Errores más comunes al cambiar un cubre grip
Aunque el proceso parece sencillo, hay algunos errores que se repiten con frecuencia:
- Empezar por arriba: el grip siempre se coloca desde la base hacia arriba.
- Dejar huecos entre vueltas: provoca puntos de presión incómodos.
- Estirar demasiado: parece que queda perfecto, pero al poco tiempo se deforma.
- No cortar en diagonal el final: queda un “bulto” en la parte superior.
- Usar cinta incorrecta: la cinta aislante gruesa se despega con el sudor; lo mejor es usar la que viene con el grip o cinta específica.
Evitar estos errores es la clave para que tu cubre grip dure más y se sienta profesional.
Cuándo volver a cambiarlo
Un cubre grip no está pensado para durar meses. Dependiendo de cuánto juegues y de cuánto sudes, deberías cambiarlo cada:
- 1–2 semanas si juegas a nivel intensivo.
- 2–4 semanas si juegas un par de veces por semana.
- Cuando pierda adherencia o se vea sucio si juegas de forma ocasional.
Un buen indicador es el color: los grips claros, como los blancos, son ideales porque muestran rápidamente la suciedad y el desgaste.
Conclusión
Cambiar un cubre grip no es solo un mantenimiento básico de la raqueta: es un ritual de preparación. Cada vez que lo renuevas, tu raqueta recupera esa sensación de estreno, de firmeza y de confianza. Y esa confianza se traduce en un mejor rendimiento dentro de la pista.
No esperes a que tu grip esté destruido para cambiarlo. Hazlo de manera preventiva, con calma y siguiendo estos pasos. Con un poco de práctica, lo harás en menos de tres minutos y disfrutarás de cada golpe con mayor seguridad.
Al final, el cubre grip es la conexión directa entre tú y tu raqueta. Y si esa conexión es sólida, todo tu juego mejora.